Carlota, con los ojos cerrados como
para reconstruir y recordar su vida , reflexionando en voz alta,
murmuró...
- Amigo, no sé como te llamas, pero
considero providencial haberte encontrado en mi camino de regreso de
Valladolid a la Costa Azul.
Cuando dijo “azul”, el neón de
“Casa Venus” , con el pepino azulado intermitente, se reflejó en
su cara de nácar y casi me como un espino frondoso que a mi vera
desfallecía cerca de mis zapatos.
- For ever, no sé cómo te llamas.
- Pacual, Pascual Panete Zas...pero
llámame Zas.
- Zas...¿por qué no yaces a mi
lado y te pones tan lejos?, los dos pasaremos frío.
- Tengo compromiso de celibato
apostólico.
- ¿Comproquéééé?
- Soy célibe y casto de por vida ,
atado por un compromiso más fuerte que un voto, que no me
interesan, lo mismo que las botas y los botines...Pero sigue, sigue,
ja mía.
- Has de saber, Zas; que hasta hoy
estaba locamente enamorada de un jugador de rugby del Quesos
Entrepinares. Lo tenía todo, hasta espina dorsal. ¡Y qué espina
dorsal!. Lo conocí cuando trabajaba en el Negresco de celador
anaeróbidiurético. Guapo como un san Luis, limpio como un cunucú,
brillante como las estrellas que allá arriba tilititan, y ojos de
un azul como esa casa de putinguis que tenemos allá.
Los grillos dejaron de balar, quizás
pendientes de no perder ripio de la historia de Carlota.
- Por amor vine a estas tierras,
amigo Zas. Pero Amenofis no era nada romántico.
- ¿Amenofis?...¿se llamaba
Amenofis?
- Amenofis Laleche Labarta Lalanda .
- ¿Laleche?...¿se apellidaba
Laleche?
- Sí, siempre decía después de
hacer un Laooconte en plan posturitas , “¡Soy Laleche”!
- ¡Mujer!,¡no creo que lo dijera
porque ese fuese su apellido!
- ¿A no?, entonces, ¿por qué?
- Pues como te había hecho un
Laooconte decía que era “La leche”.
- Pues eso, porque se apellidaba
“Laleche”.
- ¿Y dices que no era romántico?
- Ya no hay hombres románticos como
los de antes, que morían por amor, que desfacían entuertos por su
amada, que velaban armas para ser caballeros de damas apresadas en
torreones lejanos como tambores...
- ¿Y cómo sabes que no era
romántico?
- ¡Detalles que a las mujeres no se
nos escapan!...por ejemplo, una mañana, después de hacer un
Laooconte de diez minutos de apnea libre, las venas como sarmientos
rosáceos, los ojos pretos, los glúteos presionando la raja del
minúsculo tanga, y las manos sosteniendo la nuca, se tiró un
rascayú que la gente salía en estampida a la calle gritando “¡oye
la ronda que viene, oye la ronda que pasa!”...y Amenofis me suelta
“¡ esta joyita para ti, guapa!”
- Cuando dices “rascayú” te
refieres a...
- Una pedorrera infatigable, extensa
en el tiempo, y altamente contaminante.
- Lo considero poco romántico,
efectivamente.
- Ya te digo....para mi lo
importante en un hombre es el corazón.
- Mujer, las cejas también son
importantes.
- Al lado del corazón, nada.
- ¡Ah!, ¿pero Amenofis tenía las
cejas al lado del corazón?, ¡cosa rara.
La noche avanzaba con su corcel negro y
Carlota se sinceraba con una logorrea propia del despecho. Yo me
dormí a los dos minutos, así que no me enteré de nada. Con lo que
había oído tenía suficiente: esa mujer era romántica como la
ropa interior de Maria Antonieta, como un mueble isabelino, como la
historia de Romeo y Julieta, como los amantes de Teruel, como Marco
Antonio y Cleopatra, como Ramón y Cajal, como Montoro y
Asociados,como el parpadeo del búho que me observó antes de caer en
brazos de Morfeo.
Mientras me dormía escuché cantar a
alguien en la noche, tal vez era el cambio de turno en “La Venus
Caliopígica”...la letra decía así
Yendo yo
para Villaconejos
me cruce con siete viejos
cada viejo llevaba
siete sacos
cada saco siete ovejos
¿Cuántas viejos y ovejos iban para Villaconejos?
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La entrada estará colgada hasta el domingo por la noche.
El ganador de la entrega pasada fue Guillermo: ¡enhorabuena!
Los premiados del domingo juegan el "Sueldazo de la ONCE" el número...92039.
Los premiados del domingo juegan el "Sueldazo de la ONCE" el número...92039.
Ningún viejo ni ovejo iba a Villaconejos, sino el bardo que cantaba la canción que Pascual Panete escuchó mientras se dormía.
ResponderEliminarA ver, ¿qué tenemos?
ResponderEliminar1. Zas, durmiéndose, escuchó la siguiente coplilla pitagórica: «Yendo yo para Villaconejos / me cruce con siete viejos / cada viejo llevaba siete sacos / cada saco siete ovejos».
2. Y la pregunta es: «¿Cuántos viejos y ovejas iban para Villaconejos?».
Lo instintivo, lo intuitivo, es contestar que 343 (resultado de multiplicar siete viejos por siete sacos por siete ovejas) pero mi aguda perspicacia natural, junto al rico bagaje de experiencias acumuladas en mi provechosa vida, me dicen que no es lo mismo ir para Villaconejos que volver de Villaconejos. E ir para Villaconejos, ir, lo que se dice ir, iba el bardo, pues los demás, cuantos fueren, volvían.
Llegados a este punto, ¿podemos aventurar una respuesta? No, no podemos; seguimos sin saber la solución.
Me explicaré. De ser el bardo un hombre de avanzada edad podríamos contestar que 1: que un viejo (el bardo) iba para Villaconejos. Pero, ¿acaso sabemos la edad? ¿Era viejo?
Es más, el bardo canta «Yendo yo», pero ése yo no implica que no fuese acompañado. Otra cosa sería si se dijese «yendo yo solo» (así, sin tilde, claro), o mejor «yendo solo» (para perfeccionar así la métrica del primer verso y que resultara una estrofa de 11/8/11/8). Pero, ¿y si el bardo iba con otros amigotes?, ¿y si le dio, o les dio, porque sí o por costumbre, por ir acompañados por una o más ovejas?
La cosa se complica, y mucho.
Es sábado, tengo pendiente hacer el resumen trimestral del IVA, y el de Sociedades, y el IRPF… y el IBI, que se me pasó pagarlo. Tengo mala conciencia; debería ser más maduro y atender esas cosas y no acertijos…
ResponderEliminarPero, de repente, cuando empiezo a sentirme derrotado y a punto estoy de abandonar las pesquisas, me acuerdo de la navaja de Ockham y del sentido común. Recupero la confianza del primer pálpito: ¡343! Sí, seguro, la respuesta es 343. ¡Cuántas veces en esta vida nos perdemos en cavilaciones para volver al punto de partida! Ésta no será una de esas, me digo. La intuición, qué arma más poderosa.
Me concentro, me pongo holístico, me dejo llevar por ese 90% del cerebro que nunca utilizamos salvo para hacer tan preciso cálculo… ¡Y se hace la luz!
La clave está ahí, ante nuestras narices. Villaconejos es un trasunto del comentario de Driver a la entrada de La Maxwell de ayer, cinco de julio de 2013.
Entiendo ahora todo. Qué paz, qué alegría… La instantánea que describe Driver recoge a familias enteras de barullanos, en alegre éxodo hacia Villaconejos, deseosos de establecerse allí fundando un asentamiento donde toda fundación más no quepa, donde las cursivas nunca se simultanearán con las negrillas y otras cosas de igual enjundia.
Hacia allí se encaminan Suso, Piedra, C.S., Lemuel, Dr. Jekyll, Modestino, Asier, Papa Francisco, Jero, José Antonio, Toi, Marga, Alivio, aquella chica alemana; y también de otras páginas, por ejemplo, un falangista cascarrabias y repeinado que acaricia un gazapo, un iconoclasta Aprendiz de Brujo, unas divas que no paran de divagar… Son muchos.
Sí, son muchos, pero al hacer el censo cabalmente (cosa tan prolija que nos aburriré explicándola) en una hoja de cálculo, la suma resulta, exactamente, 32.856 personas. Aplico ahora el filtro de la edad (por razones obvias, para no perder amistades, no revelaré qué es para mí ser ya viejo) y el número resultante… el número resultante, ¡y frustrante!, es 342. Yendo a Villaconejos son 342. Falta uno para 343, menudo chasco…
¡Qué lástima da cuando la vida estropea nuestra intuición!
Bueno, voy a dejar esto; estoy apurado por Driver.
Driver, se ha ofrecido, siempre tan amable, a esperarme, con el motor en marcha y dando aceleroncitos, para alcanzar al grupo camino de Villaconejos cuando acabe de escribir esto y le dé, cosa que hago ahora, a «enviar».
¡Qué lástima, 342. Por uno…!
***
-Driver, ¿nos vamos?
-¡Eso está hecho!
Suena de repente un balido, un beee, vamos.
-Driver, ¿qué hace una oveja dentro del coche?
-Pues pa´ una caldereta, que la gente tendrá que comer algo cuando lleguemos, digo yo.
-Hum… 342 + 1 = ¡343! Driver, eres de lo que no hay. ¡Rumbo a Villaconejos, intuyo que la felicidad nos aguarda, a todos!
Siete viejos y ninguna oveja, solo ovejos! Mariano Puertas
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