Zoila, the return
Volví a casa de Zoila tres años después a darle la solución a su enigma y cobrar mis monumentos. Misifú seguía allí, pero no en el sillón donde lo encontré la vez anterior. Estaba de pie, al lado del sofá de Mesa de Planchart, con una bombilla adherida al pepino con un esparadrapo. El foquito iluminaba el libro que leía Planchart, que se titulaba “¡Alégrate de tu frigidez!”. A Misifú no le pareciá importarle que yo estuviera allí, es más, ni me miraba. Él iba a lo suyo, con esos ojos saltones, observando el infinito todo.
- Gracias, Panete, pero un poco tarde , ¿no cree?
- Sí,es verdad, son las diez de la noche,discúlpeme.
- Veo que sigues igual...Oye – me dijo susurrante y con una mirada que me recordó la de tres años antes- ,¿no te sientes solo?...ya eres un hombrecito y las soledad a veces pesa, la necesidad de afecto, alguien que te espera, que te quiere, que da el calor de hogar, una comidita preparada al llegar, una abrazo de cariño, un beso, una cama que huele a flores y perfumes de Cunucú...Panete- me susurró mientras acariciaba mi rodilla y arqueba tres veces seguidas las cejas- ¿no te gustaría dejar pelillos en la gatera?
- ¿Pero no me dijo que no tenía gato?
- ¡Ay,hijo, naces en verano y sales botijo!
- Señora, - le dije dándole cinco golpecitos a la boquilla de mi cigarrillo, para prensarlo, en la tolonga de Misifú- mi corazón ya está ocupado
- ¿Tienes novia?
- No, pero sí un voto de vivir en celibato hasta que la encuentre. Es una historia muy larga de contar.
- Tengo todo el tiempo del mundo, Panete, cuéntamele- susurró insinuante.
- Naci siamés, y por un fatal error,el ginecólogo me sajó más cerebro del que debiera. Mi hermano se llevó la mejor parte. Me ingresaron de urgencias, en una incubadora. Era un lugar horrible. Estaba todo oscuro y sentía unas ganas irreprimibles de llorar. Derrepenete,depronoto, alguien abrió la puerta e introdujo en la cunita de al lado un bebé, y escribió su nombre en un cartelito: COJONCIA. Nos quedamos los dos solos. El bebé era una niña sietemesina, rubia, de ojos azules,su sonrisa iluminaba toda la estancia. Estaba preciosa con ese pañal rosita. Nos miramos, y al cruzarse nuestros ojos rieron, y nos empezamos a decir cosas que sólo un corazón enamorado sabe decir.
- ¿Qué cosas, Panete?
- No sé, lo típico, ¡gúgú,dádá!,¡ñiá,ñiá!...No me interrumpa, por favor. Allí pasamos un mes. Fueron treinta días fantásticos. ¡Qué felices fuimos!,¡cuánto nos amamos!,¡qué de veces le dije gúgú dada!.
- ¿Y después?
- Después alguien vino y se la llevo...
- ¿Y...?
- Ya está. Eso es todo. Pero no pienso parar hasta encontrarla. Sé que estamos hechos el uno para el otro, sé que es ella.
Misifú dejó de mirar al infinito y bajó los ojos, alucinado, supongo, de lo que escuchaba. La lámpara se encogió como la cabeza de una tortuga.
- Pero han pasado 27 años, Panete, ¿cómo la reconocerás?
- Por sus ojos. Tenía dos pecas dentro de sus ojos.
- ¿Dos pecas dentro de sus ojos?...¿dos pecas?
- Sí, aquí dentro,eran de color azul.
- Pero eso lo tenemos todos, se llama iris.¡Mira los míos!
- ¡Ahivá, pues es verdad!
- En fin, Panete, no te preocupes, con ese nombre de Cojoncia no te será difícil encontrarla...si aún vive.
Salí altamente preocupado de aquella conversación. ¡Cojoncia!, ¡mi amor!, ¿dónde estarás?
De camino a casa entré en una cantina.
- ¿Qué desea, amigo?- me dijo el camarero
- Un pollo a la chilindrón, por favor, si es tan amable, por el amor de Dios, y me lo espolvorea de Neskuick,por favor, si es tan amable, por el amor de Dios.
En ese instante un hombre entró en el bar y solicitó al cantinero un vaso de agua. Nunca antes se habían encontrado.No se conocían de nada. El cantinero de Cuba Cuba Cuba sacó de debajo del mostrador una motosierra STIHL 026, de cuatro pistones,eléctrica y con una espada de metro y medio, encendió el motor y rozó el cuello del hombre con una maniobra giratoria de prono supino . El hombre dijo “Gracias” y se fue. ¿Por qué?
¿Por qué le dio las gracias?...¡eso sí que es un misterio!
¿Me le resuelve alguien?
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Solución: tenía hipo.
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