JOAQUÍN TELNÉS
Llamaron a la puerta. Un hombre de sombrero de ala ancha, un clavel en la solapa, un Don Juan que salía a la mar, me enseñó una placa susurrando “ soy Joaquín Telnés, el sargento Joaquín Telnés, de la comisaría de la plaza de la Libertad, la que está al lado del manolito de su mismo nombre, cerca del polígamo industrial de “Los Prepucios”.
- Pase, sargento.
- Gracias, Panete. Había oído hablar mucho de usted, pero siempre que parecía que nos íbamos a encontrar desaparecía como por arte de Anselmo. Hablaré sin trapujos, sabemos que hace unos días vino a visitarle Ana Busado denunciando la desaparición de su esposo Tito Lalarga...ya sabe , un hombre que tenía más años que Jerusalem,...
- Conozco la historia, Telnés, abreve...
- Aquí hay pato encerrado, amigo Panete, Ana no parece una mujer chafada a la antigua...quiero decir, que entre ella y el tal Lalarga tiene pinta de ser más un matrimonio donde el amor no parecía condición inequánime. El caso es que lo hemos encontrado muerto.
- ¿Respiraba?
- No, nada. Calculamos que lleva entre veinte y diez años cadaver...es asín que la denuncia es de hace diez años, pues ,usted mismo, Panete.
¡Quince años!
- ¡Incorrecto, diez años!. Le debieron dar una buena samanta de palos, estaba en el interior de un cenicero..
- ¿Un cenicero?...¿de dónde?
- ¡No se me vaya por los perros de Úbeda, Panete, que me voy de tema!...en un cenicero de un coche abandonado..tenía la basílica del pilar destrozada.
- ¿La basílica del pilar?...
- A los hechos me repito...mire la foto.
- Esto es la vesícula biliar...
- ¿Y qué he dicho yo, hein?
Efectivamente, lo que quedaba de Tito Lalarga, estaba en el interior de un cenicero. En el amasijo de carne, miembros, intestinos y huesos, se podía distinguir un algo grumoso que le sobresalía de la boca.
- ¿Qué es esto?
- Lo que lleva en el interior de la boca son tres pañales...tres pañales usados
- ¿Marca?
- Burberry.
- ¿Burberry hace pañales?
- ¡Clairo!, ¡y lelojes genitales!
- La verdad es que con esos pañales el señor Lalarga parece Elvira Ghandi.
- No había caído en la observación, pero ahora que lo dice...En fin , Panete, esto se ha puesto muy feo.
- Para mi no ha hecho más que empezar.
- Para todos, yo ya había echado las manzanas al vuelo, pero...¡Por cierto, Panete, tengo un asuntillo entre manos que quizás usted pueda regolguerme.
- Dígamele, sargento
- En medio de la laguna hay un ánade , y en su cola sentado un ratoncito. El ánade se zambullía por entero chapoteando en el agua y, sin encambio, el ratoncito no se mojaba...¿cómo coño se explica eso?
En SU cola, o sea en la propia del ratoncito, no en la cola del anade.
ResponderEliminar¡¡¡Quiero un premio!!!
¡Bien visto, amigo!
ResponderEliminarPremio Panete para Don Gonzalo.
Se ruega escribir contacto, ya sea profesional, personal o cualesquiera que sea.
¡¡¡Enhorabuena amigo!!!