UÑAS NEGRAS (XXIX)

El “Huéleme” era una taberna de alcohólicos inmundos, desechos de saldo, el último callejón de los solitarios de la ciudad. Estaba a reventar de gente que apenas se divisaba entre la densidad del humo. Unos bailaban con mujeres que sólo la quinta copa les maquillaba, otros jugaban al póker entre miradas de sospecha que querían ser inteligentes, allí se acodaban en la barra fija los bostezos de los borrachos de siempre, y en una esquina, sentado en una mesa de masera, “ Uñas Negras” atendía una cola divertida de tipos y tipas que esperaban su turno para echarle una pedorreta en la cara a nuestro amigo. Él, aspiraba con fuerza, cataba la ventolera, y decía “ de primero sopa de fideos, de segundo bistec de cerdo con pimiento y patatas fritas, postre dos donuts, y un café...antes de comer te has tomado una tapa de torreznos”.

Si el tipo afirmaba- antes le dejaban el menú escrito en un sobre- , la gente aplaudía alborozada celebrando al figura de Uñas Negras. Cobraba 10 leuros por acierto. Una pasta cada noche, porque era un hacha.

Me vio e hizo ademán de que fuera a la barra.

- ¡Cuánto tiempo, Panete!, ¿cómo te van las cosas?

- La verdad es que no muy bien, Uñas, estoy metido en un buen lío. Y creo que tú puedes ayudarme.

- ¿Quieres que te huela algo gratis?

- No, gracias. Verás, necesito contactar con Kiputa Kisoy, es para un asunto de extrema gravedad.

- ¡Kiputa!, ¿sabes lo que dices?. Es la peor especie de toda la ciudad y comarca. Una vez vino aquí y me hizo una apuesta para que le adivinara lo que había comido. Se me bufó a esta distancia, Panete – y puso la mano pegada a la nariz-...perdí el conocimiento, anduve divagando por la ciudad cazando moscas y cantando el Himno del Pilar durante horas a grito pelado, me puse a hacer pipí como un perrito en todas las farolas de la ciudad y, por último, mwe zampé doscientas bananas con su cáscara.

- Me suena lo que me cuentas...pero necesito contactar con ella.

- Muy bien, alla tú. ¡Camarero!,¡papel y lápiz!- anotó una dirección y me entregó el billete. ¡Espero que tengas suerte !

- ¡Gracias, Uñas! Por cierto,¿necesitas algo de mi?

- Sí, muy de veras. El otro día vino un cliente y en lugar de que le oliera la mofeta me mostró esta fotografía y me dijo indignado " ¿por qué, coño, no he podido vender este pura sangre en Arabia Saudita?...me lo han devuelto y casi me matan por culpa del bicho.



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¡Hasta el jueves!