León se la Jiba despertó subido a una farola y en su cabeza colgaba un ser.
- ¿Quién es usted?- preguntó.
- Soy Jesusín Caserín, el abogado
- ¿Y qué hace usted encima de mi cráneo?
- Eso es lo que me gustaría saber a mi.
Telnés al despertar se encontraba rodeado de oscuridad, y de un hedor irrespirable. Por un momento pensó que estaba en el limbo de los muertos , esperando su Juicio. Se puso a rezar en voz alta el salmo II ,”quare fremuerunt gentes populi...”. Comenzar la oración y se hizo la luz.
- Oiga, ¿qué hace usted dentro de mi sotana?
- ¡¡¡Señor Obispo!!!- contestó Telnés desde el interior de el faldón del prelado-,¡¡¡no estoy muerto!!!
- ¡¡¡Salga inmediatamente de allí!!!
Sonó el móvil de Telnés. Éste, para preservar la intimidad de la conversación, bajó el faldón de la sotana, y contestó.
- Telnés al habla.
- Telnés, coño, ¿dónde se ha metido?
- Si se lo digo no me cree, señor Alcalde, estoy en una situación muy inimiquiniosa
- Por mi como si está debajo de los coojones del arzobispo,¡¡¡venga inmediatamente!!!,¡¡¡QUIERO SABER EXACTAMENTE QUÉ HA PASADO PARA QUE EN ESTA CIUDAD ESTE TODO EL MUNDO IDIOTIZADO!!!...¿Qué ruido es ése que ha sonado,Telnés?
- Nada, no es nada...una inferiencia
- Se dice interferencia,Telnés.
Telnés apenas podía respirar. El cuesco cardenalicio lo dejó fuera de combate.
Oiga, señor Obispo, un consejo: usted está podrido.
Telnés sabía lo que había sucedido en Pucela.Buscó em su bolsillo, sacó un papelajo y se preguntó qué coño era eso que estaba allí dibujado

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¡HASTA EL LUNES!